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The Sentinel - ZX Spectrum de Firebird Software (1987)

  • 25 de septiembre de 2019

Heme aquí, en un mundo desconocido y hostil, enfrentándome a un poderoso centinela y a algunos de sus secuaces, sin saber siquiera porqué y jugándome la vida en una lucha sin final.

¿Qué quieres saber?


Ficha de The Sentinel

Videojuego: The Sentinel

Sistema: ZX Spectrum 48K

Firebird Software

Programadores: Software Creations (Mike Follin, Geoff Crammond, Tim Follin)

Año: 1987


Análisis de The Sentinel

Microhobby nº148

Intentaré contaros cómo he llegado hasta aquí, por si sirve para evitar que algunos de vosotros caigáis en los dominios del centinela.

Un día caluroso de verano me senté delante de la televisión y contemplé unas imágenes extrañas de paisajes geométricos, que no me recordaban a ninguno de los programas que habitualmente transmitía nuestra tediosa emisora local.

Extrañado, pero atraído, me acerqué al aparato para intentar sintonizar otro canal, pero por más que apretaba los botones de rigor, aquellas imágenes seguían apareciendo en mi pantalla.

Me dirigí hacia el teléfono para llamar a un vecino y preguntarle sobre el asunto cuando, de repente, sentí que una extraña fuerza me retenía, una amarillenta luz me cegaba y un extraño cosquilleo adormecía todo mi cuerpo.

Esos son los últimos recuerdos de mi existencia humana. Tras aquel extraño suceso, me encontré encerrado en una cabina de mando, muy semejante a la de un avión, en la que se había sustituido el parabrisas por un monitor de video.

Intenté desesperadamente salir de aquella claustrofóbica estancia sin conseguir ningún resultado, aparte de mi cansancio físico. Me senté en el sillón que estaba delante del monitor e intenté pensar lucidamente en la forma de salir de allí. Mi mirada pasó fugazmente por delante del monitor, en la que ahora el paisaje no estaba desolado. Una siniestra figura aparecía sobre un pedestal como si fuera una estatua que rindiera culto a alguien.

Me fascinó aquella figura y no pude separar la vista del monitor. No sé cuánto tiempo permanecí en esa posición. Salí de ella al oír un ruido como de impresora, tras lo cual apareció delante de mí un trozo de papel en el que había un mensaje que no llegaba a comprender porque los caracteres me resultaban totalmente extraños.

Sorprendentemente, aquellos símbolos, que no había visto en mi vida, empezaban a resultarme legibles. En aquel papel se contaba una historia sobre un conjunto de mundos dominados por inteligentes robots que gustaban de medir su poderío con cualquier espécimen de las otras razas existentes en el universo: un juego realmente maquiavélico.

Maldita la gracia que me hacía que me hubieran elegido para su entretenimiento. En el papel aparecían también unas extrañas indicaciones para manejar aquel panel de control que me había pasado desapercibido antes, pero que ahora se veía iluminado como si alguna fuerza extraña lo hubiese conectado.

Arrastrado por la fascinación que me embriagaba, empecé a manipular los controles y vi como el escenario, que yo creía que era una imagen fija, formaba parte de un geométrico paisaje cuadriculado en el que incluso se divisaban árboles, por supuesto también geométricos. En aquel extraño manual de instrucciones hablaba de la regla de conservación de energía.

Según parece, los inteligentes androides que habían inventado el juego elegían a sus víctimas que existía en ese paisaje poseía un determinado valor energético. Así, los centinelas, secuaces de los primeros, y todo tipo de robots valían tres puntos de energía. Si alguno de estos desaparecía o era absorbido por alguien su energía se transformaba en árboles, cuyo valor energético era de un punto, por lo que crecerían tres formas de vida vegetales. También existían unos bloques que permitían a los robots elevar su altura, cuya puntuación energética era de dos.

La misión de aquel tétrico juego era conseguir absorber la mayor cantidad de energía, para lo cual eliminar al centinela de la zona era un paso fundamental, sin el cual no podría sobrevivir excesivo tiempo.

Mientras leía el manual con toda la avidez posible, un indicador blanco se iluminó con una especie de motas negras en la parte superior del monitor.

Busqué rápidamente el significado de colocar un robot fuera del campo visual del centinela todo lo rápido que pudiera para, inmediatamente, trasladarme hacia él, ya que el movimiento era algo totalmente desconocido en aquellos mundos.

Asombrado por la rapidez con que manejaba aquellos mandos que hasta hace unos minutos me eran completamente desconocidos, me di cuenta que desde mi nueva posición veía el anterior robot que había abandonado y me dispuse a absorberlo antes de que al centinela se le ocurriera la misma idea.

Mi contador de energía recuperó la pérdida que había supuesto el traslado y me dispuse a llenar mi supuesto almacén energético con cualquiera de los objetos que existían por el escenario.

Sin comerlo ni beberlo me veía inmerso en una fascinante aventura; me asombraba mi velocidad de reacción y lo que antes me parecía un juego brutal, estaba convirtiéndose en el acontecimiento más interesante de mi vida.

Me fui trasladando de zona en zona, por supuesto evitando que el centinela me localizara, hasta que alcancé su misma altura y me dispuse a absorberle.

La felicidad que me invadió tras liberarme de aquella pesadilla fue ingente y me trasladé hacia su pedestal para contemplar ahora un paisaje de solado del que el Centinela y yo mismo habíamos dado buena cuenta.

Creía que todo había terminado, pero ese fue mi error. Otros mundos y otros centinelas me esperaban en un camino que no sabia si tendría final... Después de tres años de contemplar, jugar y criticar software, nos encontramos a algo incalificable en ninguno de los aspectos. «The Sentinel» es un programa asombroso, original a más no poder y sumamente adictivo, aunque al principio pueda parecer lo contrario. La variedad de escenarios diferentes (10.000) hace que el aburrimiento sea imposible y la emoción crezca según avanzamos de nivel. Sólo se le puede encontrar un fallo y es que el desarrollo y el movimiento del escenario son algo lentos, pero esto no creemos que, en este caso, interfiera directamente en la calidad del juego.

Excelente este programa de Firebird, que nos ha dejado casi sin palabras a la hora de elogiar sus cualidades: un juego sencillamente genial. Mucho tardaremos en encontrar otro programa como éste.

Otros sistemas


Reseñas de The Sentinel

Microhobby nº139

Firebird está a punto de presentar en España uno de los platos fuertes del año: The Sentinel. Este programa, que ha conseguido una importante cantidad de premios y galardones otorgados por las principales revistas especializadas de toda Europa, ha sido editado hace varios meses en Gran Bretaña y parece que, tras solventarse algunos problemas de distribución, va a aparecer definitivamente en nuestro país. La característica más destacada de este programa es, sin duda, sus aspectos gráficos, ya que éstos, tanto por la propia concepción de su diseño como por la realización de los mismos, representan una innovación considerable en el ámbito del Spectrum. Por ejemplo, y para que os podáis hacer una idea aproximada de la magnificencia gráfica de este programa, os diremos que nada más comenzar et juego, se nos pide indicar un número entre 0 y 9999 que nos permite comenzar, haciendo uso de las claves correspondientes, hasta en 10.000 escenarios diferentes. El juego consiste en inspeccionar zonas de terreno ayudados por un robot para tratar de localizar al Centinela y planear un asalto para destruirle.

The Sentinel no es precisamente un juego dotado de una gran acción, pero su gran originalidad y alto nivel de calidad gráfica, le convierten en uno de los programas más interesantes de cuantos existen en la amplia gama de software para Spectrum.

También está disponible en las versiones para Amstrad, MSX y Commodore.


Valoración de The Sentinel

Microhobby nº148

  • Originalidad: 100%
  • Gráficos: 100%
  • Movimiento: 70%
  • Sonido: 80%
  • Dificultad: 90%
  • Adicción: 90%