Juego: Las tres luces de Glaurung
Spectrum 48K
ERBE Software
Programadores: Javier Cano Fuente, Emilio Martínez, Jose Manuel Muñoz Pérez
1986
Una nueva compañía de software ha hecho aparición en España: ERBE. A pesar de su dilatada historia como distribuidora, nunca había comercializado un programa de creación propia por lo que «Las tres luces de Glaurung» supone su primera incursión seria en el mundo de la programación. El resultado: un programa brillante.
Había que ser duros y fríos. Sabemos que aunque lo intentemos, no podemos ser siempre completamente imparciales en nuestros comentarios. Muchas pequeñas circunstancias influyen en ellos, y por supuesto, el hecho de que un programa esté realizado por programadores españoles es difícil de pasar por alto, máxime si tenemos en cuenta que se trata de una primera creación. Pero había que ser duros y fríos. Por eso, cuando llegó «Las tres luces de Glaurung» hasta nuestra redacción, todos pusimos caras de jueces salomónicos.
Cargamos el programa y tras algunos minutos de exhaustivo escrutinio, profunda contemplación e intensivo reconocimiento, emitimos nuestro veredicto: no cabe duda de que se trata de un gran programa. «Las tres luces de Glaurung»» es un juego provisto de un elevado nivel de calidad en todos sus aspectos, y podemos afirmar que se trata de uno de los mejores programas de cuantos han sido editados últimamente en España. Huelga, pues, decir que puede ser comparado con cualquier afamado programa británico, pues en realidad hay muchos programas británicos que no pueden ni compararse con él (orgullo patrio, que se dice).
Pero vayamos por partes y hablemos más detenidamente de las principales características de L.T.L.G. Y, como es de ley, comencemos por contar en qué consiste exactamente el argumento del programa. La historia nos sitúa en el interior del tenebroso castillo de Kulwoor, enclavado en el mismo corazón de una oscura y fría montaña situada en medio de algún perdido lugar del vasto dominio del Señor del Mal. Allí, en la morada de Kulwoor y Glaurung, el dragón de fuego, se halla nuestro objetivo: las tres Piedras Estelares, o, como se las conoce por estas tierras, Las luces de Glaurung. La aventura comienza en este instante. A partir de este momento estamos inmersos en un mundo donde la magia, el riesgo, la astucia, la habilidad y el peligro se entremezclan incesantemente. Ahora tenemos la ineludible misión de guiar a Redhan, el caballero, a través de estos interminables pasadizos, enormes estancias, inescrutables cavernas y tétricos calabozos, en pos de su único objetivo.
Pero es sabido que no hay castillo sin guardianes, cavernas sin monstruos y mazmorras sin despiadados carceleros. Por eso Redhan cuenta con la inestimable ayuda de su agilidad y su arco, pero para salir con vida de tan peligroso trance deberá ser preciso en sus movimientos y rápido en el lanzamiento de las flechas, pues de lo contrario, y si pierde tan sólo por unos instantes la atención, es posible que quede encerrado para siempre en los dominios de Kulwoor.
Es el momento de hacer una leve pausa, pues es posible que muchos de vosotros os estéis preguntando en estos momentos qué es lo que tiene todo esto de maravilloso y extraordinario. La verdad es que bien poco, pues, seamos sinceros, a estas alturas a nadie le impresiona que le hablen de castillos, guerreros, mazmorras o mismísimos Señores del Mal. Pero también es verdad que coincidiréis en reconocer que el argumento no es más que la «guarnición» de un programa y que donde realmente se encuentra el interés de un juego es en otros aspectos mucho más importantes como sus gráficos, su capacidad de ofrecernos detalles originales y novedosos. Pero lo que verdaderamente hace que un programa sea bueno es que nos lo creamos, que consiga meternos en la piel del protagonista sea éste persona, animal o cosa, y que por unos instantes nos sintamos campeones mundiales de lanzamiento de martillo, intrépidos pilotos o los héroes más valerosos, en una palabra, que nos divierta.
Y «Las tres luces de Glaurung» lo consigue. Y lo consigue por muchas y variadas razones. En primer lugar, porque gráficamente es muy atractivo ya que sus numerosas (numerosísimas) pantallas están confeccionadas de una forma bastante artística, por lo que visualmente resulta muy agradable. Por otra parte, y centrándonos en lo que es en si el desarrollo del juego, hay que señalar que en L.T.L.G. se ha conseguido dar con un punto de equilibrio en aspectos como la dificultad de conseguir sobrepasar las pantallas, en la habilidad para manejar al personaje, o en la rapidez para esquivar a los enemigos.
Hacemos mención a esto porque parece que últimamente se está generalizando la tendencia de crear programas absolutamente enloquecedores en los que resulta prácticamente imposible conseguir pasar de la primera pantalla o encontrar la utilidad de un objeto, por lo que los juegos pasan de ser eso, simples juegos, a ser casi una desquiciante tortura. Esta, quizás sea la mayor virtud de este programa, poseer las dosis justas de cada ingrediente para crear un programa entretenido y adictivo, pero a la vez relajante y cómodo de jugar. Enhorabuena, por lo tanto, a estos noveles programadores y ahora sólo nos queda esperar que su próximo programa sea, al menos, igual de bueno que «Las tres luces de Glaurung».