Parece una tarjeta de crédito y, sin embargo, es portadora de sueños. En su interior alberga un diminuto chip de ROM (memoria que solo puede leerse) en el que se ha dispuesto información, que muy bien puede ser el código máquina de un juego.
Al igual que ocurre con los chips de ROM clásicos, existen alternativas para las nuevas tarjetas. Una variante es la PROM, que es una memoria en blanco que puede ser grabada por el usuario, gracias a un dispositivo electrónico especial.
Otra es la EPROM, en la que pueden ser grabados los datos y posteriormente borrados para almacenar nueva información.
El desarrollo es fruto de la colaboración de dos empresas: Mitsubishi y Hudson Soft.
Las capacidades de la versión grabada por el fabricante cubren un rango situado entre los 64 Kits y 1 Mbit, mientras que las otras dos tienen, por ahora, como límite máximo los 256 Kbits.
Los ordenadores MSX ya disponen de un adaptador, con forma de cartucho, que permite la conexión directa al bus del sistema. En breve estarán disponibles las versiones para Spectrum y los Commodore.
Las treinta y dos diminutas pistas eléctricas (recubiertas de oro) se conectan a los respectivos ports del usuario en el ordenador, por medio del aludido adaptador.
Esta nueva modalidad de presentación del software pone más alta la barrera a los piratas, que deberán ser más sofisticados.
El formato de la tarjeta es de ochenta y seis por cincuenta y cuatro milímetros, siendo uno con ocho su espesor.
Además, se puede imprimir un diseño gráfico o texto por ambas caras.
La firma distribuidora Serma ha firmado con Hudson para la comercialización de la Beecard en nuestro país.