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After Burner | Juego clásico | Arcade | SEGA (1988)

  • 12 de junio de 2015

A comienzos de 1988 se produjo una profunda conmoción en el universo de las máquinas recreativas. La aparición de una nuevo concepto en el arte de divertir invadió las salas de juegos electrónicos, arremolinando a decenas de curiosos en torno a una nueva máquina. Su nombre era After Burner y había sido producida por SEGA, la multinacional japonesa.

En su versión de lujo, la máquina tenía un aspecto arrollador: cuatro ejes de rotación con movimiento hidráulico y un peso aproximado de 400 kilos, con una apariencia similar a los simuladores de vuelo militares. El objetivo, pilotar un F-14 Tomcat y sobrevivir al ataque de cientos de enemigos, misiles y balas trazadoras.

El éxito de la máquina fue rotundo y, como suele ocurrir en estos casos, las compañías de software se disputaron la codiciada licencia para convertir el juego al ordenador.

Los vencedores de esta disputa, la compañía inglesa Activision, tenían ante si todo un reto: convertir los 3 Megas de la máquina recreativa a los modestos 48K del Spectrum o a los 64K del Amstrad.

Tras varios meses de trabajo en secreto, el resultado vio la luz, siendo After Bruner una de las mejores conversiones de máquinas recreativas realizadas hasta la fecha.

Uno de los problemas de los simuladores de vuelo tradicionales es la respuesta del teclado a nuestras órdenes, generalmente algo lenta. En After Burner este detalle fue cuidado al máximo teniendo un control casi absoluto sobre las evoluciones aéreas de nuestro avión. En contrapartida, esta simplicidad de manejo engloba a este programa dentro del género arcade más que en los simuladores de vuelo. La razón es obvia: los creadores del programa prefirieron eludir las dificultades que supondría manejar un caza de un modo real para recrearse en la vistosidad y velocidad de los combates aéreos.

Por esa razón el piloto sólo puede seguir una ruta prefijada por el programa y desplazarse ligeramente dentro de ella. Los controles quedan reducidos a ocho direcciones y el botón de fuego para lanzar los misiles. El disparo es automático y las labores de despegar, aterrizar y repostar en vuelo son ejecutadas por el programa. También existe un conmutador de velocidad que podemos manejar a nuestro antojo con una sola tecla, para eludir a los cazas que atacan esporádicamente por detrás.

El juego comienza despegando espectacularmente del portaaviones norteamericano “Enterprise”. Hay 23 fases, todas ellas de intensos combates. Cada un número determinado de fases aparece en pantalla nuestra nave nodriza que llena las bodegas del avión de combustible y misiles. Estos, desgraciadamente, no son tan numerosos como cabría desear y hay que evitar su uso en varias ocasiones.

El enemigo no tiene el mismo problema, ya que dispara y dispara misiles con certeza puntería. Cuando un avión se pega a nuestra cola podemos intentar despistarlo cambiando la velocidad o realizando un giro de 360 grados. Esta última maniobra es especialmente útil en muchas de las situaciones comprometidas que se presentan a lo largo del juego.

Los gráficos del fondo son bastante simples, tanto en Spectrum como en Amstrad, lo cual es lógico si se tiene en cuenta la velocidad vertiginosa con que transcurre el programa. La nave principal está muy bien conseguida en todos sus movimientos y evoluciones aéreas.

El sonido, sin ser ninguna maravilla, cumple perfectamente desde el casete o unidad de disco, debido a su complejidad.

After Burner es capaz de acabar con los reflejos del más pintado y, ya sea un arcade o un simulador de vuelo, de lo que no cabe ninguna duda es de que es un excelente programa capaz de divertirnos y engancharnos durante interminables horas.

Versiones: En la actualidad el juego está disponible para la gama de ordenadores Spectrum y Amstrad, y se está estudiando su conversión para PC.

Lo mejor: El movimiento y la respuesta del avión al teclado.

Lo peor: Enemigos, enemigos y miles de enemigos.